divendres, d’abril 20, 2007

Mi alumna Laura Soler



Artículo de prensa publicado ayer en el Diario Información.

José Carlos Rovira catedrático de Literatura Hispanoamericana de la UA

Entre mis estudiantes de doctorado tengo este año a Laura Soler que, de nuevo, es mi alumna más apreciada. Laura es Licenciada en Filología Hispánica y cursó conmigo y mis colegas latinoamericanistas todas las asignaturas posibles con excelente aprovechamiento y brillantes resultados. Laura es esa chica que ha aparecido en las listas electorales del Partido Socialista al Ayuntamiento de Alicante y que es fácil identificar, pues está anclada desde casi siempre a una silla de ruedas.

Es muy joven, pero tiene una rigurosa madurez conseguida por el esfuerzo de luchar contra una gran discapacidad que, sin tesón, podía haberla situado en la marginalidad. En sus años de estudiante, observaba en ella ese esfuerzo que hace que una persona, de indudable inteligencia, sepa sortear dificultades (físicamente las máximas) y obstáculos.

En este asunto, el de sortear obstáculos, ha sido ejemplar, pues en sus años de licenciatura ha estado siempre reivindicando una Universidad que permitiese la mayor integración de los discapacitados. Creo que la Universidad de Alicante es pionera y modélica en algunos de esos aspectos y una parte de la actividad la desplegó Laura, exigiendo que el Campus fuera transitable para ellos, desde su presidencia además de una asociación de discapacitados que existía en nuestra Universidad. Y mucha más cosas, pues lo relevante ha sido siempre su conciencia solidaria expresada en su pertenencia a «Universitarios Progresistas», una de las organizaciones del Campus que nos reconciliaban a algunos con los estudiantes, frente a su pretendido adormecimiento.

Laura es persona de sólida formación cultural y política y de convicciones socialistas que le vienen de tradición familiar. A veces es un lujo contar con personas así en las clases, pues tienen la indudable audacia de plantear problemas (las humanidades permiten reflexionar sobre todo tipo de problemas) que de otra manera no se suscitarían. Era una gran dinamizadora de sus compañeros y recuerdo, tras un curso de literaturas precolombinas, el embarque en que nos metió a un conjunto de alumnos y al profesor para ir a conocer, sobre el terreno, el territorio al que aludían las literaturas estudiadas: Chichén Itzá, Uxmal, Tulum, fueron lugar de descubrimientos e intensidad cultural en el que yo tenía que improvisar explicaciones arquitectónicas, culturales y sociales a requerimiento de su afán por conocer.

E stos recuerdos me han surgido porque me parece que es de una gran riqueza que, tras las elecciones del 27 de mayo, Laura Soler vaya a ser concejala del Ayuntamiento de Alicante y, si el Partido Socialista gobierna, lo que es de esperar y para mí que sea en coalición con Izquierda Unida, Laura va a ocuparse de Asuntos Sociales. Será sin duda una actividad rigurosa y solidaria que dará en esos temas impulso a nuestro Ayuntamiento y nuestra ciudad.

Esta reflexión me surge también porque me gustaría votar a Laura Soler en las elecciones municipales pero, como ya le he dicho a ella, determinadas razones que no vienen al caso me impiden hacerlo; o sea, me impiden votar su lista electoral. Se ha planteado alguna vez que, en las elecciones municipales, donde los candidatos necesariamente deben estar más próximos a los ciudadanos y es posible conocerlos, las listas abiertas serían una opción posible y democráticamente deseable que corregiría la propuesta de representación de los partidos, sus órdenes, componendas y conciertos. En una hipotética y por ahora imposible lista abierta, una de mis casillas principales sería para Laura, y otra para Dani Simón de Izquierda Unida y, por supuesto, para el cabeza de lista de esa formación, José Antonio Fernández Cabello; y probablemente también para la candidata principal del PSOE, Etelvina Andreu. Cuando repase las listas electorales lo mismo puedo completar mis seguridades electivas de imposible realización.